miércoles, octubre 05, 2005

Coyuntura eterna

Estamos acostumbrados a vivir un hoy eterno.

Según Parménides, nada cambia. El cambio está en contradicción con el ser. En otras palabras, algo que "es" no puede "ser otra cosa".

Este filósofo negaba los sentidos: para él no importaba lo que se veía o sentía, sino lo que se razonaba. Este punto de vista, discutible desde lo filosófico, en la vida política argentina es una verdad absoluta.

Si analizamos la evolución política de los últimos tiempos, uno se siente tentado por los "sentidos" (o la opinión publicada) a afirmar que "algo está cambiando": nuevos gobernantes, nuevo rumbo económico, cambios institucionales, nueva ideología dominante... Pero, ¿cambia algo de verdad? ¿Cambia nuestra vida? Y, lo más importante, ¿tenemos un nuevo futuro que deseado?

La respuesta a está última cuestión es pesimista: el futuro continúa sin ser nuestro.

Vivimos el hoy. Nadie se atreva a ir un poco más allá. La mira está puesta en asegurarnos el gas para el año que viene, en evitar aumentos bruscos de precios, en aliviar los dolores de pobreza con placebos de limosnas.

Parménides tenía razón: nada cambia. Todo es igual, aunque parezca distinto.

¿Elegir? ¿Qué? ¿Para qué? Nada va a cambiar. Por más que deseamos algo mejor. Somos coyuntura eterna. No hay nada que elegir hoy. Nos guste o no.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

(Supongo que este inocuo comentario no debería ser censurado)

Varios siglos después de Parménides, vino Platón. Escribió un libro (a diferencia de Sócrates, que no escribió ninguno) llamado "República" (en realidad "Politeia"), donde afirmó que lo mejor es que o bien el rey sea filósofo, o de lo contrario que los filósofos gobiernen. Habló de cómo sería la ciudad ideal, de diferentes formas de gobierno y tipos de almas. También habló sobre la dialéctica, en realidad no descubierta por él sino por Heráclito ("Todo fluye; nadie puede bañarse dos veces en un mismo río"). Por eso, "República" es un diálogo continuo entre el personaje Sócrates (maestro de Platón, quien quería conservar su mensaje) y sus discípulos y algunos sofistas. En el diálogo está contenido el movimiento dialéctico que va desde el error hasta lo correcto, desde la falsedad hasta la verdad. Hegel profundiza la dialéctica, llamando a sus pasos: afirmación-negación-negación de la negación; "el búho de Minerva levanta vuelo al anochecer": la sabiduría solo despliega sus alas cuando pasó el tiempo. Sólo una concepción medieval ("la infancia o adolescencia de la humanidad", según Hegel) puede concebir al tiempo como algo inmóvil o inmutable.

Mundo Barra dijo...

Vaya tela